El sentido de las cosas

 

                                  El tiempo es un río que me arrebata: Jorge Luis Borges

El sentido de las cosas

Debe ser fácil engañarme; lo comprobé el domingo pasado.

El golpe y la estrategia fueron perfectas: :  Una invitación al Centro Cultural de la Cooperación para ver “El sentido de las cosas”.

 Para ser sincero, no tenía idea de qué se trataba la obra.

Fue una invitación de último momento, y como no recordaba haber sido defraudado nunca en ese hermoso espacio, acepté gustoso.

Pero estas cosas no se hacen. No puede ser que uno entre a una sala despojada, se encuentre con un escenario a medio armar, un actor por allí,  el otro por allá caminando, charlando con el público, con el asistente; y de golpe y porrazo  ¡ zacate !: nos depositan en el medio del Paraná.

Y así, sin mediar palabra, uno se encuentra perdido en uno de los tantos brazos de este vital río santafesino, rodeado de una fauna peligrosa y acechante. ¡Y como si fuera poco !, corriendo el riesgo de que la correntada se lo lleve.

Afortunadamente Victor Laplace y su poeta ermitaño se encargan de calmarnos y calmar también a Gastón Ricaud y su burócrata extraviado, antes de que cunda el pánico.




Y es entonces que ya más relajados y habituados al nuevo paisaje que nos proponen a través de la magia del teatro, nos dejamos engañar como niños, mientras ellos juegan a ser otros.

Es qué, exactamente eso es lo que se ve en el escenario: dos niños/actores jugando.

Lo hacen de maravillas gracias a una imaginación exuberante como el mismo delta santafesino que les describe la autora Sandra Frazen,y con lo justo y necesario que le aporta la dirección de Andrés Bazzalo.

Laplace encarna a un poeta que decidió alejarse de la vida citadina internándose en una isla del litoral, y Richaud, un oficinista a quién le encomendaron la difícil tarea de “rescatarlo”con el fin caprichoso de brindarle un homenaje que el poeta rechaza de exprofeso.



Todo lo demás es juego, poesía y además música, a cargo de Gonzalo Domínguez, que le suma lo necesario para que se termine de completar el imaginario.

No resta más que sugerirte que te regales una tarde de domingo distinta, y recuperes aunque sea un poquito del verdadero sentido que tienen las cosas, en este tiempo en el que el sinsentido pareciera haberse impuesto por puño y letra de un dramaturgo maligno.


Dibujo y reseña: Marcelo Valerga ( @teatrodibujado  )

Colaboración en edición de reseña:(@sonia_novello)

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