La muñeca rabiosa (crónica)

 Crónica de una marcha intervenida


La muñeca rabiosa


Sábado 31 de Diciembre de 2023. Al borde del almanaque y del abismo que se abre para el ambiente cultural argentino, asistimos a la marcha que despega en el Fondo Nacional de las Artes para finalizar minutos después en la sede del Instituto Nacional del Teatro.

Entre el coro de besos y abrazos que se prodigan quienes se han conocido entre tablas se escucha una voz disonante.

Es una joven de torso visible gracias a un corpiño de strass negro que mal combina con un pantalón de bambula y unas zapatillas deportivas y maltrechas. 

Nos ruega atención a viva voz.

Entreteje su lengua confundida verdades y mentiras.

O quizás, nada de lo que grita desaforada sea falso, sino que responde a las consecuencias que una conmoción mayúscula puede producir sobre los recuerdos.

Una prosa macabra de golpes y cicatrices relata en su cuerpo lo que la noche y la calle pueden hacer con los ángeles indefensos: “La Brigada me tuvo secuestrada dos meses por algo que no tenía que haber visto” repite con gestos desmesurados.

Su estética y sus maneras evidencian marginalidad, pero ni lo morado de sus ojos golpeados ni los cortes en sus brazos logran disimular su belleza innata.

Es una diosa conurbana , una Barbie quemada que se dice cordobesa sin que puedan distinguirse en su lenguaje correcto ni el compás del cuarteto ni el mareo del Fernet.

Grita y grita con garganta desesperada mientras alza su cabeza para mostrar sin pudor una mirada cuyo grado de tristeza solo puede percibirse en la humedad de los ojos de quien perdió a un ser querido.

Pero Ángeles , como la llamaremos de aquí en más, está de luto y con ella misma. 

Alguien mató a su niña pasada, a su reciente adolescente y a su futuro todo.

Extraña mixtura de murga y de lujo, de realidad y de embrujo, no tiene mayor destino que el de la supervivencia.

¿Y el deseo? ¿El placer?: eso quedará quizás para una próxima vida si es que la hubiera, como espero al menos que la haya para esta muñeca chamuscada, para esta zombie del asfalto que nos atemoriza a pesar de su fragilidad inapelable.

“Que no se nos acerque. Que no nos toque ni abrace”: pensamos, pero le arrimamos agua y algunas palabras tan insuficientes como precavidas, siempre con la prudencia de quien no quiere ser contagiado ni comprometerse como quizás deberíamos. 

De todas maneras y aunque nos sentimos angustiados por su desamparo, la víctima es y será siempre ella.

¿Cómo será su próxima noche? ¿Podrá dormir de corrido o deberá estar en alerta como una presa ante la cacería? ¿Por qué no intentamos rescatarla a pesar de su súplica?

 Cae el sol  en nuestros hogares y desde una cama caliente la pensamos y mezquinamente le deseamos suerte. 

La omisión, dicen, también puede ser pecado. De ser así, quizás todos merezcamos de mínima, un par de días en el Purgatorio.


Dibujo y escritura: Marcelo Valerga @teatrodibujado

Edición: Sonia Novello @sonia_novello



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