TUTTO FA LUCE
Esto es una reseña, una recomendación, una reflexión, alguna que otra idea disparada o algo que se le parece a todo esto, solo para darme el gusto de escribir un poco y obligarme a leer otro tanto.
Recomendación Teatral Dibujada n° 33 Obra: "Tutto fa luce “ ” (@teatroaposto)RESEÑA:
LA ITALIANIDAD AL PALO
Pocos años atrás, el presidente Alberto Fernández fue criticado
duramente por una frase quizás poco oportuna para espíritus muy sensibles.
Durante una reunión con Pedro Sánchez, presidente de España, Fernández citó al
poeta Octavio Paz diciendo: “Los mexicanos salieron de los indios, los
brasileños salieron de la selva, pero nosotros, los argentinos, llegamos de los
barcos”. Aclaro, no soy Fernandista. La frase original - un tanto diferente -
apuntaba claramente en el mismo sentido. Las palabras de Paz fueron: “Los
mexicanos descienden de los aztecas, los peruanos de los incas y los
argentinos... de los barcos” Sustantivo más, verbo menos, la idea principal era
la misma. A propósito de esto, y a pesar de que soy latinoamericano, nací en
Argentina, y no soy italoparlante, hace algunas semanas me invitaron a ver una
obra un tanto particular: “Tutto fa luce” (Todo arroja luz), puesta del grupo
“Teatro a Posto”, que significa “Teatro bien” o “Teatro todo bien”, con buena
onda. Esta obra debe su singularidad al hecho de que está completamente hablada
en italiano y por esa razón me pregunté: “¿Para qué voy a ver una obra como
esta, si no nací ni conozco el país con forma de bota y además no puedo
pronunciar más de diez palabras en esa lengua?”. A ver: aunque hoy soy ateo fui
bautizado en la Iglesia Católica Apostólica “Romana” con el nombre de Marcelo;
pensé; pero no me pareció suficiente. Está bien, Marcelo, como el célebre actor
italiano Marcello Mastroianni. Marcelo, que proviene de Marte, Dios “Romano” de
la guerra, aunque la única Roma en la que estuve fue la pizzería y lo más
cercano a una guerra que viví fue un partido de Paintball. Ok, como mi padre, me
apellido Valerga, de origen italiano. Mi madre, Peirano, italiano. Ambos, amigos
de los Mincone (nacidos en Italia), en cuyas fiestas se gritaba más que en un
naufragio. Molfino (italiano) era el apellido de mi abuela materna, y mi
compadre y amigo de la infancia, Faccini (Marcelo también) y su esposa, Ferraro,
que vivió hasta antes de casarse en la calle Italia. Con él comprábamos leches
en el almacén de Bozzuto, fiambres en el de Bonanni y lápices y témperas de
colores en la librería de Parodi (los tres italianos). Otros amigos del colegio
y de la vida son Sotili, Malvaso y De Martino, en el caso de mi amiga Jorgelina.
Tuve novia Grassi y Ciarniello. Me divorcié de D’albenzio. Tomo clases de
pintura con Sferco, en cuyo taller tengo de compañeras a Schiuma, Carimatti,
Ciccarelli y Pascaretta. ¿Acaso existe un apellido más italiano que Pascaretta? Vivo
en la calle Gorriti y viajo a diario en el tren Belgrano, que en italiano
significa “bello grano”. Le compré mi casa a Moroni y tengo abajo el taller de
Boccolini. Enfrente, los Colombo; y en el trabajo a Ferrari y a Calello. Amaso
fideos algunos domingos y cuando no, compro ravioles. Amo la pizza, aunque solo
de noche. Lo reconozco: Lagrimee treinta y siete veces con el final de “Cinema
Paradiso” (en cualquier momento treinta y ocho); y amo películas como “L’Ultimo
Bacio” y “Perfetti Sconosciuti”. ¿Reúno suficientes razones que justifiquen ir
al teatro a ver una obra exclusivamente hablada en italiano? Veranee en Santa
Teresita más temporadas de las veces que lloré con “Cinema…” y es allí cuando
entre niño y adolescente fui testigo y partícipe necesario de la casi extinción
de la almeja, a manos, palas, baldes y sopapas de la horda de italianos que
construyó a la vera de ese mar sus casas de veraneo y que convertía a esos
pobres moluscos en salsa para los fideos o escabeche enfrascado, dejando a la
playa en un estado similar al que hubiera producido un bombardeo, uno como los
tantos que deben haber sufrido en su tierra natal. Porque vinieron de la guerra
y de las carencias a las que este flagelo obliga, así como a la práctica del
deporte de comer todo lo que esté vivo y se pueda comer. Esta disciplina,
costumbre o consecuencia tan bien sintetizada en la frase “cuando hay hambre no
hay pan duro”, ha sido incluso muchas veces objeto de injusta burla por parte de
quienes tuvimos la fortuna de encontrar nuestro plato siempre tan lleno como
caliente. Sin embargo y a pesar de que mucho de esta italianidad heredada aún
perdura, la misma se encuentra en franco retroceso por cuestiones claras: no ha
habido desde la Segunda Guerra Mundial conflictos que produjeran nuevos
movimientos migratorios desde Italia y hacia la Argentina, como sí ha sucedido
en menor medida con algunas naciones asiáticas y en mayor con varios países
hermanos latinoamericanos. Pero volvamos al tema principal, ya que a pesar de no
encontrar demasiados vínculos que me unan a Italia accedí a ver la obra. Qué
bueno es que el grupo “Teatro a Posto” salga al rescate de la cultura peninsular
llevando al escenario su propuesta principal que es hacer teatro en italiano. ¡Y
lo bien que lo hace! “Tutto Fa Luce” es el título de su primera obra, que brindó
- tanto en lo teatral como en lo celebratorio - su última función el domingo 30
de julio, finalizando así su corta pero exitosa temporada a sala llena. El flyer
de la obra promete y el grupo cumple sobradamente con esa promesa. El objetivo
es divertir en italiano y lo hace en demasía, entiéndase mucho, poco o casi nada
el idioma. Porque esa vitalidad, alegría y pasión tan desenfrenadas como
exageradas- propias de este pueblo- están muy bien representadas por estas diez
mujeres y dos hombres que además de ser italoparlantes actúan como profesionales
bajo la dirección de Leticia Lucioni. Esta comedia transcurre en un condominio
romano de los años 70. Añejo y con falta de mantenimiento por parte de su dueña,
esta típica construcción italiana enfrenta a locatarios y locadora
principalmente por sus frecuentes cortes de luz, así como por los “cortes de
pago” por parte de sus inquilinos. “Tutto Fa Luce” es una fiesta, durante y
luego de la función porque en el hall del teatro este insuperable anfitrión que
es el grupo “Teatro a Posto” invita al público con riquísimos aperitivos y
focaccia, maridando el ágape con ritmo de pandereta, canto y baile. Así qué: si
es hija o hijo, nieta o nieto de uno o más italianos, o es italiano y llegó a
nuestra patria tras un amor argentino, o vino a trabajar y se quedó, o algo tan
factible como que sea argentino y nunca haya viajado a Italia y como viene la
cosa lo vea “difficile”, no espere ni desee que otra guerra los traiga a
nosotros: siga a @teatroaposto que pronto volverán con más funciones en otro
lugar, quizás algo más distante de su casa en lo geográfico, pero cada vez más
cerca de Italia en lo emocional. Casi lo olvido: hoy tuve una hermosa charla con
Novello y en este mismo instante me escribe al celu un tal Chichizola ¿Acaso
existe apellido más italiano que Chichizola? Tal vez Maradona, quizás Messi y en
una de esas, Bergoglio. ¿Descendemos los argentinos de los barcos? No lo sé,
pero en gran parte de mi heterogéneo mundo definitivamente sí, y ese barco lleva
bandera italiana.
FIN
Marcelo. Sí, como Tinelli pero no: Valerga @teatrodibujado
FICHA TÉCNICO ARTÍSTICA
Dramaturgia:Teatro A Posto (@teatroaposto) , Leticia Lucioni (@animusletilu)
Actúan: Bárbara Basile (@pormisninus), Ruth Bocian (@losbraulioscatering), Adriana Conti (@conti4615), Paula Dapuente (@pauladapuente), Adriana DI Minico, Santiago Marta (@santiagoa.marta), Rosana Muotri (@rosana_muotri), Eleonora Nicotra (@eleonora_nicotra1), Patricia Paladino (@patricia.paladino), Maria Del Carmen Puertas, Alicia Suplina (@asuplina), Francisco Trinco(@pancio594)
Vestuario: Soledad Saharian (@solesaharian)
Escenografía: Pedro Piana
Diseño de luces: Roberto Contreras (@robertocontreras928)
Asistencia de dirección: Graciela Verón (@rastivaacrata)
Producción: Teatro A Posto
Dirección: Leticia Lucioni
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